miércoles, 24 de septiembre de 2008

POR SI FUERA POCO.


Las mujeres de EU que pelean en Irak y en Afganistán también deben hacer frente al acoso y a los ataques de tinte sexual. He recogido un par de artículos en los que se hablaba de estos acosos, pero existen más de 1000 informes de esta índole.

Pasaron seis meses antes de que Diane Pickel Plappert se animase a decirle a un terapeuta que había sido violada mientras servía en la armada de Estados Unidos en Irak. En ese lapso, comenzó a distanciarse de sus hijos y su vida empezó a deshacerse.

Carolyn Schapper dice que fue acosada en Irak por un compañero de la Guardia Nacional al punto que decidió cambiarse de ropas en la ducha por temor a que él ingresara en su cuarto sin anunciarse, algo que hizo en numerosas ocasiones.

Por si fuera poco el destrozo causado al patrimonio y la población iraquí, en esta guerra ilícita, como en tantas otras donde las mujeres han participado, se dan estos hechos horrorosos.
Las violaciones de guerra están a la orden del día en Irak y Afganistán, ya no por parte del “enemigo”, sino por parte de los propios compañeros militares.

Cómo debe ser de frustrante el estar destinada en tierra de nadie, sabiendo que eres parte de una cortina de humo para conseguir el oro negro, matando y privando de libertad a un pueblo que agoniza entre guerras civiles, atentados y luchas diarias por sobrevivir y que encima tus compatriotas crean que estás ahí sólo y exclusivamente para el deleite de su género.

La situación de las mujeres militares es un tanto peliaguda. En un sistema androcentrista como es el ejército, la mujer está destinada a desempeñar un papel secundario y subordinado. El caso es que si el ejercito Americano trata de esta forma a sus iguales, no quiero ni pensar el trato que podría recibir una iraquí.

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